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jueves, 8 de julio de 2010

Capítulo IV: Coincidencias, casualidades o causalidades.

Trataré de ser lo más objetiva posible para describir lo que me pasó.
En mi hogar, mi problema de salud y más aún los innumerables trámites que debía realizar era tema obligado lamentablemente, debíamos con mi hijos referirnos a veces con un lenguaje cifrado evitando que mi madre de 92 años entendiera, dado que a ella nunca le comenté mi situación para evitarle angustias.
Lo cierto es que Chantina fue nombrado en reiteradas ocasiones nunca con calificativos favorables, en varias oportunidades debí aplacar los ánimos de Mau que como joven vehemente quería tatuarle sus puños en la cara.
Mi esposo le comenta a un amigo sobre mis oscuras intenciones de crucificar a Chantina, éste le pregunta si se trataba de Raúl, amigo en común, luego de cruzar varias ideas, deducen sagazmente que se trata de la persona que ambos conocen uno de los pocos anatomopatólogos que existe en nuestra aldea.
Me habla a mi trabajo, poniéndome al tanto de tamaño descubrimiento, se trataba del esposo de Raquel, persona esta que yo conocía por teléfono ya que la atendí en numerosas ocasiones que deseaba ubicar a Guillermo, en todo tipo de horarios, 12 de la noche, 4 de la tarde…
El matrimonio Chantina había sido responsable del proyecto cultural del actual gobernador socialista, para ello convocaban a los artistas e intelectuales de la ciudad para crear las propuestas de cultura que llevarían a cabo si ganaba las elecciones, con ese fin organizaron reuniones semanales de trabajo para consensuar ideas y programas.
Guillermo tiene por costumbre no hacer preguntas que en general son de cortesía, como ser ¿Cómo te llamas? A que te dedicas, tu familia bien? Así es que jamás sabe apellidos, nombres, ocupación de las personas aún conviviendo regularmente muchas horas con ellas.
Esa forma de ser ha recibido mi molesta crítica en muchas oportunidades, mi idea es que viviendo en una comunidad es inevitable interrelacionar con las personas y una actitud amigable nunca está de más. No hablo de una actitud chismosa de preguntar por curiosidad inoportuna, solo demostrar al otro, con quien compartimos a veces más horas que con nuestra propia familia, que estamos a su lado, que puede contar con nosotros, una actitud de cordialidad ayuda a enfrentar los sinsabores cotidianos que el trabajo o cualquier actividad social no deparan. Por supuesto que no podemos tener afinidad con todas las personas, pero si bien hacemos realmente amistad con unos pocos, con el resto podemos ser cordiales.
Antes de concluir el día el Dr. Chantina nos aguardaba en su casa, ya no me recibiría como una ignota paciente sino como la esposa de un artista plástico de renombre. Es oportuno aclarar que detesto utilizar las relaciones de amistad para sacar ventajas, nunca hago eso porque me parece que es estafar el concepto de amistad pero además soy defensora de tratar de igual manera a toda persona, con respeto y dedicación que merecen tan solo por ser humano, dejando de lado título, parentesco o relación, tiendo a tratar mejor a un humilde cuidacoches que a un ministro, pero lo cierto es que sentía la necesidad de enfrentar a este profesional para que me aclarase las discrepancias de los estudios que influirían en mi futuro tratamiento.
Luego de las presentaciones le hice ver los dos estudios el suyo y el de Rosario, y le pregunté en cual debía confiar. Con absoluta frialdad me dijo que en el realizado en Rosario. Seguidamente le dije como confiar en los dos estudios que no pude hacer en Rosario, me aseguró que en el informe del tumor y el ganglio sí podía confiar. Me pidió disculpas, manifestando que los resultados problemáticos fueron realizados en Esperanza por personas que él subcontrata. Las dudas me acompañarán por siempre, la firma es suya y me fastidia muchísimo que un profesional arriesgue su buen nombre tan torpe y bastardamente, a menos que ya no tenga ningún buen nombre que proteger. Imaginaba cuantos pobres pacientes habrán recibido una quimio equivocada por culpa de este personaje, seguramente en tantos años de carrera ha colaborado mucho para aumentar las estadísticas del cementerio.
Con esa charla traté de cerrar ese capítulo, sin duda me haría más daño obsesionarme con lo sucedido. Cerré los ojos y pensé que debía seguir adelante, por suerte Blajman desconfió de los resultados, le estoy sinceramente agradecida, con su apoyo profesional podré superar esta desagradable situación.